MIT-27.06.2024, Carlos Corominas, Redactor jefe de MIT Technology Review en español
Desde la popularización de la inteligencia artificial generativa a finales de 2022, se ha establecido un debate acerca de los riesgos que estos modelos tenían para las profesiones creativas. Artistas, escritores, músicos, creadores audiovisuales y periodistas hemos observado con curiosidad y cierto recelo las capacidades para generar contenido de estas herramientas. Más allá de las vulneraciones de copyright para entrenar los modelos, a los creadores también les preocupa el propio futuro de su profesión.
Con el paso de los meses, los modelos existentes de IA se han consolidado como asistentes, herramientas para mejorar la productividad o colaboradores digitales para fomentar la creatividad. Muchos la usamos para ayudarnos en nuestro día a día o para romper la página en blanco. En el ámbito creativo, las posibilidades son indudables, como muestran los vídeos creados con Sora de OpenAI. Otras aplicaciones más polémicas han surgido en el mundo de la música. Hace unos meses, se publicaba una canción hecha por IA que emulaba la voz y el estilo de Bad Bunny, y que provocó la ira del artista.
En lo que llevamos de 2024, los raperos Drake y Kendrick Lamar han protagonizado una batalla dialéctica en forma de canciones en las que se retaban con insultos y amenazas. Sin embargo, lo que muchos consideraron una línea roja fue que Drake utilizara una IA para recrear la voz del rapero Tupac, asesinado en 1996 y un referente de Lamar. Es una muestra de las capacidades de la IA para generar contenido falso, aunque este tipo de manipulaciones no sean nuevas: el propio Lamar hizo uso del deepfake de manera creativa en un videoclip hace dos años y rehizo una entrevista de Tupac al final de su disco To Pimp a Butterfly para simular una conversación.
Sin embargo, todavía la IA no se muestra como un agente creador por sí mismo con capacidad completa para sustituir al ser humano y, por eso, los artistas ya no le tienen tanto miedo. Dadas sus características, es especialmente torpe a la hora de utilizar el sarcasmo, los juegos de palabras o tratar de conectar conceptos de maneras inusuales o creativas. Es algo que se observa de forma muy evidente cuando a los modelos de lenguaje se les pide que hagan humor o cuenten un chiste. Pueden funcionar para romper la página en blanco o crear conceptos curiosos, pero fallan al intentar ser graciosos. De momento, podemos perder el miedo, aunque no lleguemos a reírnos.